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Capítulo 45:
{Narra Lena}
La bombilla bailaba desnuda bajando feamente por el techo, con la luz amarilla y poco agradable emanando con fuerza de ella. Mis ojos no se fijaban en ella, si no en la pantalla plana del televisor, aunque con poca atención.
Aunque, de repente, un chasquido desgarrador tan alto como el estruendo de un trueno rebotó en las paredes y miles de cristalitos caían provenientes del techo, cayéndome directamente encima, y sin darme cuenta me cubrí la cabeza con los brazos y chillé con la mayor fuerza que pude, presa del pánico. A pesar de la fuerza del grito, en mis oídos seguían retumbando el fuerte estruendo proveniente de la bombilla que acababa de estallar y por ello el grito sólo se escuchaba sordo y ahogado en el fondo. Con los ojos muy apretados y sin saber qué estaba sucediendo, sentía cómo millones de escalofríos me recorrían la espalda mientras gotas y gotas de sudar me bajan por la cara.
A pesar de tener los ojos cerrados, noté cómo las luces de mi casa se apagaban por completo, estando así sola entre la penumbra y con el ruido aún rugiendo en mis oídos. Grité de nuevo, sintiendo los pequeños cristales cayendo sobre mí, sintiendo que se clavaban en mi piel, rasgándomela.
Involuntariamente, mis ojos se abrieron de golpe, viendo sólo oscuridad. Los rugidos cesaron secamente y parte de mi cuerpo en tensión se relajó. Hasta que millones de luces blancas nacieron entre la oscuridad, como focos que me apuntaban y luego desaparecían como si nunca hubieran tenido lugar. Grité de nuevo al escuchar cómo el ruido incesante volvía a coger lugar en mis oídos, cerrando los ojos de nuevo, mientras mis manos cubrían mis orejas para intentar detenerlo.
-¡Lena! -las manos seguras de mi madre me arropaban, hablando con su voz tranquila.
Abrí los ojos, ahora completamente empapados, y le miré con inseguridad. Más tarde miré a mi alrededor y comprobé que todo estaba como siempre, normal. Completamente en silencio. Miré al techo y la bombilla, bonitamente decorada, estaba intacta.
Como si nada hubiera pasado.
La mirada de mi madre era todo preocupación, me miraba con insistencia.
-¿Qué ha pasado? ¿Por qué gritabas?
Me aproximé más a ella y me acomodé en su pecho, aún con lágrimas recientes corriendo por mis mejillas.
-No lo sé -dije tartamudeando.
-¿Te has quedado dormida?
Negué con la cabeza rápidamente.
-No. La bombilla explotó de repente y las luces se apagaron y, y.. -sollocé.
-Sh.. -me tranquilizó, acariciando mi pelo-. Seguro que sólo te lo has imaginado.
Aparté la cabeza con brusquedad de ella y la miré ceñuda.
¿Ves? Ella no te comprende. Piensa que estás loca.
Como todo el mundo.
-¡Yo no estoy loca! -chillé, levantándome con furia.
-¿Qué? Claro que no cielo, yo nunca..
-Ah, eres como el resto. Llamándome loca a mis espaldas.
-¿Pero qué tonterías estás diciendo? -preguntó ella, siempre manteniendo el tono de voz tranquilo, levantándose del sofá.
-La verdad, mamá. ¡La puta verdad! ¿Qué piensas? ¿Que no me doy cuenta cuando tú y papá habláis de mi en la cocina?
Sentía las mejillas húmedas al gritarle, mientras ella me miraba con el ceño fruncido, sin saber cómo reaccionar ante mi comportamiento.
-¿Qué ha pasado con la Lena alegre? ¿Con la Lena que sonreía con cualquier cosa? -preguntó con la voz ronca y rota.
-Fue rota por una mentira -susurré.
Ella tensó el cuerpo como si hubiera sido golpeada con la frase, con el rostro severo y los ojos cristalinos, lágrimas bañándolos.
Sin añadir nada más, agarró su bolso de encima de la mesa y se marchó por la puerta principal, cerrándola con suavidad.
Con el ceño aún fruncido, dejé que las lágrimas cayeran.

~

{Narra Yina}
La yema de mi dedo índice paseaba por el lateral de millares de libros colocados en fila, ordenados alfabéticamente, buscando el libro necesario.
Di un paso hacia atrás para poder mirar la estantería desde otra perspectiva, torciendo los labios y frunciendo el ceño, desesperándome ante la búsqueda. Saqué con cuidado un libro bastante generoso en tamaño y ojeé las páginas y leyendo acerca del autor.
Desgraciadamente, el libro que buscaba no estaba en su sección correspondente de la biblioteca de la universidad. Después de más de una hora buscando, ya que era la biblioteca más grande que había visto nunca. Es más, la mitad de toda la sección “C” era la biblioteca entera de Cheshire.
Frustrada y cansada, apoyé la frente en la estantería.
-¿Buscas algo? -un escalofrío recorrió mi espalda al escuchar el susurro en mi oído, haciendo que el rubor subiera a mis mejillas sin permiso.
Me di la vuelta rápidamente y tropecé con unos grandes ojos azules, sonrientes y con aire juvenil.
-Christian. Eh, digo.. profesor Forrest -tragué saliva-. Hola -sonreí.
-¿Puedo hacer algo por usted?
El rubor se hizo más intenso.
-Eh.. no, gracias. Ya he buscado suficiente, mañana volveré a ver si hay suerte.
Él asintió con suavidad y por mi gran sorpresa, agarró mi mano.
-Acompáñeme.
Dejé rápidamente el libro en su sitio de la estantería y con el ceño fruncido dejé que me guiara por los pasillos de la biblioteca. Se detuvo delante de una estantería entre miles en un pasillo completamente desierto, y con sólo dos vistazos, seleccionó un libro de tapa negra y me lo tendió.
Yo lo acepté perpleja.
-Gracias -dije, sin saber qué más decir.
-¿Es el que buscaba?
-Totalmente. ¿Cómo lo ha sabido?
-Fui parte del profesorado que escribió la lista para los alumnos, así que sé más o menos dónde estáis en historia.
-Oh.
-Ah, y si no está donde el título, mire donde autores y lo encontrará seguro.
Sonreí.
-Gracias, de verdad.
Él me devolvió la sonrisa.
-No las dé. Siempre es un placer -dijo casi murmurando, sin dejar de sonreír y mirando directamente en mis ojos.
Y mis mejillas volvieron a sonrosarse.

~

El parquet claro de nuestra habitación crujía bajo mis pies al andar de un lado a otro, mordiendo mis dedos con nerviosismo y jugando continuamente con mi pelo. La habitación estaba a oscuras, ya que ya estaba entrada la noche. Pero a pensar de eso necesitaba despejar la cabeza y si me volvían a pillar fuera de mi habitación, podrías expulsarme.
Aunque demasiadas cosas rondaban en mi cabeza para dormir bien. Las llamadas de mi madre no habían cesado en todo tiempo que llevaba son verla, ya que ninguna de éstas era respondida por mi parte.
A ciegas, ignoré las advertencias que varios me habían dirigido, me vestí con unos pantalones negros y una sudadera gris y salí al pasillo, donde nada más salir, las luces se encendieron por los sensores de movimiento.
Intentando hacer el menor ruido posible, avancé por el pasillo con las manos en los bolsillos y con la cabeza llena de temas por la que sentirme confusa, que se enredaban unos con otros de tal manera que las dudas sólo se disiparan con más dificultad.
Por mucho que quisiera mantener aquel tema en el fondo de los problemas y pensar lo más mínimo en ello, sabía que no podría retenerlo por mucho más.
El frío se dejaba notar en el campus, donde la niebla era algo visible alrededor de las farolas, que ahogaba la luz de éstas de éstas y me ayudaban a ocultarme mejor bajo las ramas ya medio desnudas de los árboles. Procurando pisar en todo momento la acera para evitar las hojas secas del suelo y así no romper el silencio que daba resultado la ausencia de viento.
Esta noche ahuyenté las farolas por delatarme la noche de verano, y me senté al pie de un árbol, alejada del camino.
Más tarde descubrí que me había dejado los auriculares en la habitación, por lo que sólo me concentré en los sonidos casi inaudibles que me rodeaban, y de las nubecitas que formaba el vaho que salía de mi boca. Como estábamos en diciembre, no escuchaba nada más que muy de vez en cuando el leve sonido del viento, que acariciaba con suavidad el césped y los árboles, haciendo acto de presencia por el frío helador que dejaba su rastro.
El sonido de hojas secas partiéndose hizo que diera un brinco y permaneciera callada y quieta, observando con cuidado la acera, en donde una figura paseaba tranquilamente con un libro entre las manos, concentrado en la lectura.
Sonreí como acto reflejo. Hice ademán de levantarme y saludarle y entablar, como siempre, una conversación interesante en todos los sentidos, pero me percaté de las consecuencias que podría acarrear.
Después de todo, seguía siendo un profesor.
Mordiéndome el labio y sonriendo, observaba cómo se detenía frente a la farola y cómo se apoyaba en ella, frunciendo el ceño y pasando páginas cada pocos minutos, sin apartar la mirada del libro que sostenía.
Una mano helada se posó por sorpresa sobre mis labios, haciendo que mi corazón diera un vuelco y latiera con fuerza. Quise gritar, pero la mano me lo impedía. Él chico que me sostenía hizo que le mirara a los ojos, mientras con la mano libre ponía un dedo sobre sus labios, indicándome que no gritara. Me soltó, después de arrastrarme detrás del árbol.
-¡Nathan! -susurré con fuerza.
-¡Shht!
-¡¿Se puede saber qué coño haces?!
-Podría preguntarte lo mismo. ¿No eran las doce muy tarde para los inglesitos?
-Lo es, en realidad -dije de mala gana al escuchar su acento británico mal imitado-. ¿Y tú qué?
-Vigilándole -espetó, señalando al profesor Forrest con la barbilla.
Solté un resoplido, burlándome.
-¿Vigilándole? ¿Por qué?
-No me fío ni un pelo de él.
-Nathan. Es un profesor de literatura. ¿Qué puede hacerte?
-A mí, desde luego, nada -susurró, mirándole, escondido detrás del árbol, con el rostro severo.
-¿Y qué haces aquí, entonces?
-Porque me preocupo por ti.
Bufé.
-¿Y qué tendrá que ver con él?
-Yina, he visto cómo le mirabas -volteó la cabeza y me miró a los ojos.
Yo parpadeé varias veces y me eché hacia atrás sin hacer demasiado ruido al estudiar su aspecto.
-¿Y? ¿Acaso te digo yo cómo miras a las chicas? -crucé los brazos.
-Te repito, sólo me preocupo por ti.
-¿Y qué va a hacerme? -me detuve al darme cuenta que estaba subiendo el volumen de la voz, por lo que me aclaré la garganta y susurré:- ¿Violarme?
Él sonrió, divertido con mi inocencia.
-No, precisamente.
Levanté una ceja, buscando una respuesta.
La sonrisa se le borró de la cara y se acercó tanto a mí que podría sentir su aliento sobre mis labios.
-Podría matarte -susurró. 

1 comentario:

  1. Hola,hace poco me enganche a tu novela y ahora no puedo parar de leerla así que, por favor, siguiente capitulo ya :)
    P.D: yo también tengo un blog, no escribo ni la mitad de bien que tú, pero bueno aquí te lo dejo: owisdifficultforgetyouwheniaminlove.blogspot.com.es

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