Capítulo
55:
{Narra
Lena}
La
luz se reflejaba en el espejo y me daba directamente en los ojos, lo
que resultaba realmente molesto.
Gracias
al tiempo, me había acostumbrado bastante rápido a eso de vivir en
un centro para locos. Para gente como yo. Ya era mi tercera semana
ahí, y las pastillas se iban acumulando en el hueco de la pared. No
me importaba demasiado, no me sentía diferente. Me sentía como
siempre.
Mi
reflejo seguía reflejado en la lisa superficie del espejo.
Me
alejé de él y ordené las pocas cosas que tenía en la habitación
entre la poca luz que había. La única luz que entraba era gris y
apagada.
Era
la hora de la comida, por lo que me moví por el edificio hasta el
gran comedor, probablemente la sala que más odiaba del lugar. Busqué
a Meredith con la mirada al recoger mi bandeja, pero luego recordé
que le dieron el alta hacía dos días. Me acordaba de la manera en
la que me guiñó el ojo en cuanto me lo dijo. “Se lo han vuelto a
creer estos bobos. Y sólo por engordar tres kilos. En cuanto llegue
a casa me los vuelvo a quitar. Nos vemos pronto” Esa chica era un
fenómeno.
Ese
día era tarde de visitas. La idea no me agradaba demasiado; no me
apetecía nada volver a ver a mis padres. Dudaba que ellos quisieran
verme a mí.
Al
terminar de comer, me coloqué las estúpidas pastillas y esperé mi
turno como una buena internada. Estaba intentando cambiar y tratar de
dar a entender que había cambiado, y que estaba mucho mejor de
cuando entré. Todo fingido, claro. No había ningún cambio en
absoluto. Intentaba imitar a Meredith. Ella era mi gran ídolo ahora.
Las
voces seguían en mi cabeza. Tal vez era porque no me tomaba las
pastillas, pero no le di demasiada importancia. Por lo menos las
voces me ayudaba a no sentirme tan sola como lo hacía. Eso eran las
partes buenas que me gustaba creer, cuando en realidad no habían
partes buenas en ser esquizofrénica.
Mientras
esperaba, veía cómo el resto de los chicos engullían la comida
como si fuera la primera vez que lo hacían; impacientes de ver a sus
seres queridos.
Seres
queridos. Eso es algo que tú no tienes.
Trataba
de ignorarlo, pero notaba cómo mi respiración se volvía más
violenta y rápida, y mis ojos no se estaban quietos. Aguanté la
respiración unos segundos y traté de tranquilizarme. “Aquí no,
Lena. No delante de todos. Sé normal” -me dije a mí misma.
La
voz no dijo nada, pero una risa aguda me taladró el cerebro. Me tapé
los oídos y cerré los ojos con fuerza. Me mordí la lengua,
evitando la salida de un grito contra mi garganta.
La
mujer de la mascarilla me miraba indiferente, con los ojos opacos.
Y
justo cuando pensé que había terminado, algo sucedió muy mal. Todo
sucedió demasiado deprisa.
Sabes
que esto no puede durar para siempre, ¿verdad? Algún día te
pillarán, y tendrás que medicarte para siempre. Estarás loca para
siempre.
Chillé,
no soportándolo más.
-¡Yo
no estoy loca! -chillé, tapándome los oídos otra vez.
Las
pastillas se movieron de su sitio.
La
mujer me juntó las muñecas en mi espalda, inmovilizándome.
Chillé
de nuevo, dando patadas e intentando zafarme de ella.
Enseguida
vinieron más mujeres a ayudar a la primera, sujetándome de donde
podían. Hasta tuvieron que agarrarme de los tobillos y llevarme a
otro lado, mientras yo todavía intentaba deshacerme de sus manos
llenas de fuerza superior a la mía. Yo seguía chillando como una
loca descontrolada.
Me
llevaron a una sala mucho más oscura que el resto, donde un gran
espejo se elevaba desde el suelo hasta el techo. Una de las chicas me
soltó del tobillo y se acercó a un teléfono amarrado a la pared.
Sonreí
por un segundo. Me había soltado el tobillo.
Con
las fuerzas que me quedaban, le di una patada a otra de las
psiquiatras, por lo que me soltó el brazo y así pude deshacerme de
ella por un sólo segundo.
Estaba
segura que entre ellas también se gritaban entre ellas, solo que
entonces sólo escuchaba un murmullo ahogado en mi cabeza.
Me
acerqué al espejo y con los puños cerrados, golpeé el cristal,
donde se dibujaron varias grietas leves. Pegué una segunda vez, y
esta vez un gran trozo se cayó al suelo.
No
sabía que tenía tanta fuerza.
Cuando
me agaché a por el cristal, me di cuenta de que estaba llorando. Con
la mano llena de pequeños cortes, de los que ya empezaba a salir
pequeñas gotitas de sangre, me aparté las lágrimas.
Apreté
el cristal contra mi muñeca, haciendo que todas las guardias se
paralizaran, y dieran varios pasos atrás.
-¡Como
os acerquéis me rajo! ¡Os juro que me rajo!
¿Y
con eso qué ganas? Nada. Nada en absoluto. Sólo una cicatriz más.
-¡Cállate,
joder! ¡Cállate! -chillé.
Me
volví para mirar a la mujer que sostenía el teléfono, que lo
sujetaba con tanta fuerza que sus nudillos estaban blancos. Me miraba
espantada.
-Deja
el teléfono. ¡Yo no estoy loca! No merezco estar aquí, vosotras no
podéis ayudarme. ¡Suéltalo!
No
me hizo caso.
Una.
Dos. Tres. Cuatro tajadas en la piel. Seguidas. Se estaban acercando
demasiado, y la del teléfono no parecía hacer ningún ademán de
hacerme caso.
La
sangre ya corría por mi piel, así como las lágrimas por mis
mejillas.
De
pronto me sentí agotada. Cansada de todo.
Escuché
pasos. Primero pensé que podrían ser imaginaciones mías, pero
percibí la inquietud del resto ante los insinuantes sonidos que se
acercaban. La inquietud fue disuelta enseguida, y fue reemplazada por
alivio y gratitud. Todas sabían, incluida yo, lo que eso
significaba.
Se
acercaban mis padres.
Enseguida
me puse alerta de nuevo. Me levanté la camiseta y apunté el cristal
contra mi vientre, tan fuerte que la punta se hundía en la carne.
Por
la esquina apareció una pareja, ambos con rostros asustados y
miradas inquietas.
No
eran mis padres. Sus miradas se posaron en mi, y sus ojos se abrieron
más de lo que ya lo estaban.
Eran
Jess y Liam los que me miraban sin dar crédito. Sentí la mirada de
ambos recorrer mi brazo pálido contrastar contra la oscura escarlata
de mi sangre, que manchaba también el suelo con pequeñas manchas.
-¿Qué...?
-me interrumpí para tragar saliva- ¿Qué hacéis aquí?
Jess
apartó la mirada, conteniendo las lágrimas. Liam me miraba con
dureza, e intentó acercarse a mí, pero yo hundí más el cristal en
la piel.
-No
te acerques. Tú eres el causante de que esté aquí -dije, poniendo
empeño en sonar tranquila.
La
voz en mi cabeza volvió a reír.
Qué
ingenua eres. Byron no tiene nada que ver con esto; tú naciste así.
Loca.
-¡Cállate,
cállate! -chillé, levantando la cabeza, mirando al techo y gritando
al aire- ¡Yo no estoy loca!
Lo
ignoré lo mejor que pude, pero podía jurar que había dicho Byron
y no Liam.
Jess
dio un paso adelante.
-Lena,
estamos aquí para visitarte. Para verte. No queremos verte mal.
Byron se ofreció para venir.
Liam
asintió.
Mi
mirada vacilaba entre ambos.
Estaba
totalmente desconcentrada. ¿Por qué hablaban de Byron, cuando era
Liam quien me miraba de soslayo?
Retrocedí
varios pasos, ejerciendo la misma presión contra mi vientre. Me
choqué contra el espejo rasgado, y confié en él para apoyarme. Las
mujeres ya no estaban tan alerta como lo estaban antes, pero seguían
en la sala por si ocurría algo mayor.
-No
entiendo nada...
-Escucha
Lena. Yo... te quiero y siento haber desaparecido así. Pensé que
era lo mejor -Liam me habló, pero no era su voz la que escuchaba.
Parpadeé
varias veces, intentando disolver el dolor de cabeza que empezaba a
hacer acto de presencia. Volví a mirar a Liam.
No
era él. Era Byron.
¿Ves
como estás loca? No sabes ni diferenciar a las personas a las que
quieres.
Chillé
con todas mis fuerzas y deslicé el cristal sobre mi vientre.
Las
manos de Byron fueron veloces. Se acercó a mí con sutilidad y me
agarró las dos manos, haciendo que el arma cayera al suelo.
-¿No
lo entiendes, Lena? ¡Estás cometiendo los mismos errores de nuevo!
No hace falta que te cortes para mejorar.
Su
aliento chocaba contra mi piel y me sentí agradecida de volver a
tener esos ojos cerca de nuevo.
-Te
he echado tanto de menos -susurré.
Oprimí
una sonrisa.
Él
si me sonrió.
-Te
quiero.
Esperé
sus labios, pero en cambio la presión de sus manos se aflojó hasta
que dejé de sentirla, y sentí un pinchazo en el hombro.
Volví
la mirada al epicentro del dolor y vi una enorme jeringuilla clavada
en mi piel.
Mi
vista se nubló mientras la voz de Byron rebotaba en mi cabeza.
Porfavor siguela. Espero que lena se recupere pronto y quiero saber que pasa con jane porfa siguela
ResponderEliminarHolaaaa me quieres mataaaar con este capituloooo por fi siguelo pronto esta genial no he podido decirtelo en los demas porque ya habia otros capitulos y empece un poco tarde asi que.... Aqui esta mi comentario jajaja por fi siguelo pronto!!
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